Estructuras de hormigón
Tanto en su modalidad de concreto, como en la de armado, el hormigón es el elemento más utilizado en la realización de estructuras.
La principal característica estructural del hormigón es que resiste muy bien los esfuerzos de compresión, pero no tiene buen comportamiento frente a otros tipos de esfuerzos (tracción, flexión, cortante, etc.), por este motivo es habitual usarlo asociado a ciertas armaduras de acero, recibiendo en este caso la denominación de hormigón armado. Cuando se proyecta una estructura de hormigón armado se establecen las dimensiones de los elementos, el tipo de hormigón, los aditivos y el acero que hay que colocar en función de los esfuerzos que deberá soportar y de las condiciones ambientales a que estará expuesto.
Antes de construir cualquier elemento de hormigón deben calcularse las cargas a que estará sometido y, en función de las mismas, se determinarán las dimensiones de los elementos y calidad de hormigón, la disposición y cantidad de las armaduras en los mismos.
Otra ventaja importante que ofrece el hormigón es la facilidad de obtención de los elementos que lo componen (arena, grava, cemento, agua) y su coste relativamente bajo. Su maleabilidad permite poder usarlo en prácticamente cualquier tipo de forma y contorno que se haya diseñado.
El proceso de construcción de estructuras en hormigón y hormigón armado consiste básicamente en la colocación de armaduras; la preparación, montaje e instalación del encofrado; la instalación de andamios de apoyo, generalmente de madera; el vertido y la compactación del hormigón, tras la cual se procede al vibrado a fin de eliminar bolsas de aire; el curado (mantenimiento de la hidratación durante el proceso de fraguado) que tiene una influencia decisiva en la resistencia del elemento final. Desmontaje del encofrado, revisión, limpieza y mantenimiento de todos sus elementos y su reinstalación en otra área de trabajo. Y así, el ciclo se repite hasta terminar todos los elementos estructurales.